PREFIERO PEDIR PERDÓN A PEDIR PERMISO
Me molesta enormemente que los temas se queden atascados, que no se tomen decisiones y que la lista de temas pendientes no haga más que crecer.
En más de una ocasión me ha caído la del pulpo por hacer algo que supuestamente no se tenía que hacer, sin embargo, vuelvo a asumir el mismo riesgo a expensas de una colleja siempre que:
- estoy convencida del beneficio que esa acción produce
- no perjudica a nadie ni contraviene reglas inquebrantables
- he evaluado los riesgos e identificado qué es necesario para evitarlos
- existe una base fundamentada que respalda mi decisión
La iniciativa te permite idear, inventar y llevar a cabo acciones que mejoran la circunstancia actual o simplemente te ayuda a desatascar esas situaciones que impiden un avance razonable hacia la consecución de los objetivos del equipo.
En definitiva, es hacer lo más adecuado en el momento oportuno, sin que nadie te lo tenga que sugerir y teniendo siempre en mente la mejora de los resultados o simplemente de la situación actual.
En cualquier decisión a tomar, lo más importante, después de haber hecho un mínimo análisis de lo peor que puede pasar y tomar las medidas oportunas, es dar el primer paso, sin importarnos que detrás de lo que vamos a llevar a cabo haya un éxito o un fracaso.
Si no lo intentamos, nunca lo sabremos.
Cada vez que nos decantamos por una alternativa, prescindimos de otras que aparentemente pueden ser igualmente válidas o de contar con unas ventajas competitivas diferentes a la que estamos evaluando.
¿Cómo sabremos si estamos decidiendo bien o no? Será el resultado el que nos lo indique.
Decidir bien no es lo mismo que acertar.
Podemos tomar buenas decisiones y sin embargo ser víctimas de unas circunstancias imprevisibles que hagan fracasar el resultado.
La situación contraria también existe, se puede tomar una mala decisión y que el azar o la suerte nos acompañen, llevándonos a un éxito no merecido.
Miguel A. Ariño y Pablo Maella en su libro “Iceberg a la vista” identifican cuatro tipos de decisiones:
- Decisión correcta con resultados favorables: Es lo mejor que nos puede pasar, nos sube la autoestima y la motivación
- Decisión correcta y resultados desfavorables: Si nuestro proceso de decisión ha sido correcto, y hemos identificado bien los riesgos, el hecho de que los resultados sean desfavorables podemos asociarlo a factores externos con consecuencias imposibles de predecir.
- Decisión incorrecta y resultados desfavorables: En futuras decisiones que tengamos que tomar deberemos extremar el análisis de riesgos para tener en cuenta todos los factores que influyen en el resultado
- Decisión incorrecta y resultados favorables: Hemos tenido suerte. No obstante, no nos felicitemos rápido puesto que seguimos en una situación muy vulnerable: otra decisión tomada con los mismos parámetros y análisis de riesgos puede volver a llevarnos a malos resultados. A veces está a nuestro favor y muchas otras en contra.
En la toma de decisiones, debemos ser tolerantes al error.
Si penalizamos a nuestros colaboradores por decisiones que, aun siendo correctas no arrojan los resultados adecuados, en la siguiente ocasión las tomarán basándose no en lo mejor para la compañía sino para ellos.
Casi siempre las decisiones se toman en un entorno de incertidumbre, de ahí que para juzgar su calidad hay que tener en cuenta el nivel de información existente en el momento de tomarla.
A tomar decisiones se aprende decidiendo. Tomamos decisiones de manera continua y estas marcan nuestro desarrollo y el de nuestro entorno.
Muchas decisiones se toman después de un largo proceso de reflexión en el que hemos analizado exhaustivamente riesgos e identificado las acciones para minimizarlos. En ocasiones usamos nuestra intuición y en otras, lo hacemos condicionados por lo que nuestro entorno pueda pensar.
No obstante, por mucho que conozcamos los errores más habituales en la toma de decisiones, solo a través de la práctica, la experiencia, la reflexión y el análisis, mejoraremos las decisiones que tomamos.
Es nuestra obligación crear ese entorno de seguridad adecuada para que nuestros colaboradores se sientan cómodos expresando sus ideas menos conservadoras, dejando atrás esos miedos que les acompañan, atreviéndose a dar pasos adelante proponiendo ideas nuevas y divergentes sin que nadie se lo haya pedido.
Debemos ayudarles a perder el miedo a ser rechazados, a hacer el ridículo.
La evolución y las ideas de futuro son fruto de la creatividad y la iniciativa de pequeños y grandes visionarios que se han esforzado en crear y comercializar ideas, tecnología, producto o servicios, asumiendo los riesgos que conllevan.
Hay múltiples ejemplos muy actuales que avalan el valor la iniciativa:
- Tejidos sostenibles
- Hoteles reconvertidos en oficinas
- Asistencia médica a través de video conferencia
- Crowdfunding
¿Qué otros se te ocurren?
¿Cómo fomentas que tus colaboradores tomen la iniciativa?
Si quieres dejarme un comentario o necesitas que profundice más en este tema, por favor, déjame tus datos y contactaré contigo.